El motor de mi vida
A veces
basta con verla para que el corazón se me encoja. Está ahí, como siempre ha
estado: firme, silenciosa y amorosa. La llaman “doña Osiris”, pero para mí es
mucho más que un nombre. Es mi refugio, mi fuerza, mi todo. Hay sentimientos
que las palabras no alcanzan a explicar, y el amor que siento por mi mamá es
uno de ellos.
Mi madre es
una mujer que conoció la adversidad desde temprano. Le tocó duro, pero nunca se
rindió. Vivió momentos que habrían quebrado a cualquiera, y aun así, se mantuvo
firme, con el corazón abierto y la mirada puesta en un futuro mejor para sus
hijas. Aguantó injusticias y dolor con la esperanza de darnos una vida
distinta. La admiro más de lo que se lo digo, y aunque no siempre encuentre las
palabras, estará toda mi vida agradecida de tenerla.
Ella ha
sido mi ejemplo más puro de amor incondicional. Siempre ha estado, siempre ora
por nosotras, siempre cree, incluso cuando todo parece derrumbarse. La vida fue
dura con ella, pero nunca le quitó la ternura. Su corazón noble es su mayor
tesoro. A veces me pregunto si yo heredé al menos un poco de todo lo que ella
es. Supongo que no, porque esa es su propia esencia.
Ojalá Dios
me la preste por muchos años más, porque aún me faltan abrazos por darle,
palabras por decirle y formas de devolverle todo lo que ha hecho por nosotras.
Mami, tú eres por siempre nuestro mejor regalo. Nunca pienses que nos faltó
algo, porque con tu amor lo tuvimos todo. Si pudiera elegir, te elegiría una y
mil veces, en todos los mundos posibles.
Gracias por
nunca rendirte. Por ser valiente, fuerte y compasiva, incluso con quienes no lo
merecían. Si hoy lucho, es porque tú me enseñaste cómo. Te amo, mamá. Y aunque
el camino sea difícil, siempre voy a seguir... por ti.

Su texto es conmovedor, está bien estructurado y escrito con madurez expresiva. Solo le sugiero revisar con detalle el uso del tiempo verbal. Felicitaciones por un trabajo emocionalmente poderoso y bien redactado.
ReplyDelete